E
l Estado tiene, entre otras, cuatros obligaciones indelegables: salud, seguridad, educación y justicia. Cuatro patas para una mesa que debe sostener el modelo de un país. De esas patas, la salud es la que involucra al sector farmacéutico. En estos días, tratando de escuchar las propuestas de los principales candidatos, de todos los partidos políticos, que buscan ingresar a la legislatura, lo único que ubicamos fue, falta de propuestas y objetivos para con la Salud Pública.
Para decirlo de forma clara. En una campaña dominada por la falta de discusión, no se escuchan ideas para el ámbito de la salud. Y si no hay ideas, si los candidatos no tienen proyectos escritos para mostrar ahora, lo que se demuestra es que no hay estrategia para el futuro. Por eso es casi imposible saber qué políticas sanitarias quieren impulsar los candidatos de todos los colores políticos. Los que dicen QUE HACEN o los que aseguran TENER UN PLAN. Todos.
Desde este espacio entendemos que toda salud es pública. Hay una gestión estatal y otra privada, pero el sistema sanitario debe ser parte de una política de estado, entendida como parte de una estructura de Nación. En este sentido, debe ser articulador entre estas gestiones, ser el nexo entre lo público y lo privado. Porque la pandemia de gripe A o el mosquito del dengue no distinguen la diferencia. Atacan y enferman a personas, no importan si tienen prepagas o van al hospital público. Enferman sin discriminar. Por eso la necesidad de aunar los esfuerzos. La Red de farmacias Profesionales, es un ejemplo de cómo se articulan estos dos grandes sectores, un claro ejemplo de este espíritu.
Esta interacción entre las farmacias y lo público es la generadora de una red de atención sanitaria que llega a todo el país. Llama poderosamente la atención cómo en tiempos de pandemias varias (gripe A, para nombrar la más reciente) existan intereses que presionan cada vez más para destruir esta red de atención, como denunciamos en nuestra anterior editorial (ver “La suma de todos los miedos: El arribo de la S.A. farmacéuticas en la provincia de Buenos Aires).
Llama mucho la atención y genera tristeza, cuando no indignación. Primero, porque fue la red de farmacias una de las pocas que mantuvo su vitalidad en la crisis terminal de 2001, que sacudió las estructuras sociales mismas del país. Durante esos agitados meses, fue la presencia de las farmacias independientes de todo el país las que potenciaron las políticas públicas, las que mantuvieron de alguna manera el sistema funcionando. Cabe recordar que fue la política sanitaria del ex ministro de Salud de la Nación , apoyada en esta red invisible pero indisoluble, la que permitió aplicar una novedosa iniciativa para paliar la crisis: la prescripción de medicamentos por sus nombres genéricos.
Nacidas de la iniciativa de Ginés Gonzáles García, el plan de entrega de medicamentos REMEDIAR y la ley de prescripción por su nombre científico se volvieron los ejes de una política estatal de emergencia. Articulado a través de las red de farmacias privadas y los centros CAPS del REMEDIAR, las dos herramientas funcionaron como un dique de contención de aquellos días, que dicho sea de paso no son tan lejanos. Eran tiempos donde a gatas el hospital público funcionaba, y las calles se llenaron de esa pobreza que hoy casi institucionalizamos bajo el nombre de “cartonero”. En esos días, casi apocalípticos, el ministerio apostó a que “a ningún argentino le falte el medicamento”, y se apoyo en la red de farmacias INDEPENDIENTES para lograrlo.
Solo recordemos cuando por los medios, los agoreros de siempre hablaban de un dólar a 10 pesos, una inflación sin control, pensaban un escenario al estilo “Belinda” (mitad del país viviendo como en Bélgica, mitad como en India), etc. Pero la red logró que, por ejemplo, los medicamentos mantuvieran precios muy por debajo de la inflación general. Para nombrar un logro. Así, el farmacéutico fue eje de la contención estatal, de la articulación entre lo público y lo privado. Como mejor resultado, la sociedad hizo propia estas políticas y le entregó al profesional farmacéutico la confianza en asesorarlo a la hora de adquirir una prescripción cualquiera. Una red de atención,
que hasta el día de hoy es insoslayable.
Por eso, por la cercanía en el tiempo y fundamentalmente por su eficacia en la articulación, no entendemos (y no queremos entender) las presiones que existen para incendiar y destruir esta red profesional de farmacias bonaerenses. A menos de un lustro, se quiere cambiar radicalmente la estructura sanitaria farmacéutica en la provincia de Buenos Aires. Sin explicación ni sustento.
Desde estas páginas no somos ni fundamentalistas ni hacemos una defensa corporativa al cohete, del sector. Tampoco nos oponemos a los cambios que el mercado va generando. Pero entendemos que es potestad de Estado direccionar políticas de salud, ser un fuerte contralor para evitar que ninguna red se rompa y menos una red sanitaria, por codicia de los grandes capitales.
Cuánto vale un modelo sanitario concreto, real, funcionando, no lo sabemos. Pero sabemos, porque lo denunciamos, que a cambio de una buena cantidad de billetes muchos fueron seducidos para cambiar –e incinerar –la ley de regulación de las farmacias provinciales 10.606.
A los que están adentro de la red de farmacias, es hora de abandonar los intereses mezquinos y reflexionar sobre lo que está en juego. A los que están afuera, a los diputados que son o quieren serlo, deberán decir si son participes necesarios de la destrucción de la organización de farmacias profesionales que, en el peor de los escenarios, fue un salvavidas para miles de argentinos. Son tiempos de definiciones. De todos depende esto que llamamos País. Como dice un catalán: “Padre /que son ellos los que están matando la tierra. /Padre /dejad de llorar /que nos han declarado la guerra”.
Néstor Caprov
604