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esde hace un tiempo, venimos viendo desde este espacio que si queremos tener la mirada hacia el futuro, debemos modernizar nuestra herramienta gremial: el Colegio de Farmacéuticos de la provincia de Buenos Aires. La complejidad de la profesión farmacéutica se acentúa cada día, y no vemos que esto tenga un correlato en el Colegio de Farmacéuticos que nos debe representar. Todos los días nuevos aspectos de la tarea nos obligan a capacitarnos, informarnos, movernos a un ritmo que no se trasluce en la estructura que debería sostener nuestro esfuerzo. Es decir, las organizaciones deben acompañar estos cambios, modernizarse, para mantener su función contenedora.
Los farmacéuticos bonaerenses necesitamos un Colegio moderno, acorde a los nuevos aspectos que afrontamos cada día. Herboristería, dermocosmética, Atención Farmacéutica, nuevos mercados, convenios privados, seguridad social, etc. La lista es larga de los aspectos que con dinámica propia cambian y ponen desafíos al trabajo diario. Que importante sería que el Colegio Bonaerense tuviera, por ejemplo, departamentos dedicados a estas cuestiones, que sea una fuente de asesoramiento para la farmacia, que así no debe ir, para decirlo de alguna manera, “tanteando” las cosas.
Un ejemplo cualquiera: Sí el Colegio tuviera, por ejemplo, un departamento de herboristería, podría tener asesores que conozcan el sector como corresponde, dándole un mapa a los farmacéuticos sobre los principales proveedores, clasificarlos por especialidad, capacitando y aconsejando a quienes quieren profundizar su influencia en este sector. Una forma de avanzar junto a los cambios que el mercado y la sociedad realizan. En cuanto a la atención de psicotrópicos y de todo la venta bajo receta de la oficina farmacéutica pasa lo mismo. Además de capacitación –tan necesaria y valiosa –el farmacéutico necesita otras herramientas para avanzar en una mejor contención de las necesidades, propias y ajenas. En estos sectores se necesitan, para nombrar algunos casos, nuevos elementos informáticos, que automaticen y faciliten el manejo de la administración de la farmacia, una tarea que demanda horas y horas todos los días y que podrían solucionarse con un mejor manejo de la informática validando y concensuando con las autoridades ministeriales, para ponerle fin al viejardo libro recetario. Una administración que avance en simplificar el trabajo rutinario y hacer que el colega le dedique el mayor tiempo a otros menesteres más necesarios y menos tortuosos para su farmacia.
Estas falencias en la estructura gremial le quitan tiempo y capacidad al farmacéutico, que cada día debe profesionalizarse más para mantener la excelencia sanitaria por sobre estas cadenas que purulan a modo de ejemplo, en la Capital Federal y en varias zonas del país, con su estilo de atención de “choripán al paso”. Allí reina el discurso de la atención “drugstore”, lejos del espíritu sanitarista de la red independiente, donde cada persona es un paciente que recibe además de una venta un consejo, un acompañamiento vital para un tratamiento que muchas veces no es efectivo sin esas palabras previas. Para esto, necesitamos una serie de herramientas para hacer de nuestra atención efectiva y generosa, y para esto es imprescindible un colegio acorde a estas necesidades.
Otro ejemplo de la necesidad de adaptar la estructura a los tiempos que corren se puede ver en la comunicación. Cada filial de la provincia aplica su criterio con razón y necesidad, y así, puede llegar a la comunidad y a los colegas, con afiches, volantes, publicaciones. Muchas veces sin una estética ni un eje común para comunicar ni una idea general que eviten el despilfarro de recursos que centralizados serían mucha mas eficientes. Una comunicación unificada permitiría un verdadero seguimiento de nuestra tarea, una especie de “servicio de posventa” que ayudaría a mejorar en nexo con la comunidad, y hasta evitaría –porque no –que mucha gente se vaya de la farmacias como lugar natural para los medicamentos, tentada por malas comunicaciones que tanto rondan en los medios.
Pero no sólo el Colegio debe modernizarse hacia adentro de la estructura. Los desafíos hacia fuera obligan a generar los anticuerpos para evitar la fragmentación y dispersión, que terminan siendo el caldo de cultivo ideal para la aparición de males como la venta ilegal, las grandes cadenas o la destrucción de la ley de farmacias. Influenciados por el efecto prostibulario de Capital Federal, las farmacias debemos afrontar desafíos constantes en materia de seguridad social, de servicios y atención. Para eso, el Colegio debe atender todas las necesidades, transformarse para lograr adaptarse a las necesidades actuales. La capacidad de la red de farmacias independientes está demostrada, en grandes odiseas como la reconstrucción pos crisis del 2001 como en cuestiones más caseras, como la vuelta a la vacunación antigripal en PAMI. Es hora de que ampliemos está oferta de servicios a través de una organización moderna y una estructura acorde a los días que corren.
Porque esta estructura nos permitirá pelear con mayor fuerza lo que, admitámoslo, separado no podremos lograr. Una cadena exitosa es eso: lograr lo que sus eslabones, por separado no consiguieron. Y para eso es necesario un diagnóstico eficaz y una moderna mirada del presente. Los departamentos nuevos de los que hablamos, en los cuales no debe estar ausente uno dedicado a la formulación magistral, que vive un renacer importante en todo el mundo, y uno de gestión de cobranza de las prestaciones a la seguridad social, porque el recupero de los montos que financiamos se hacen cada vez más complejos y si no se está al día no se puede crecer –son en definitiva una nueva forma de ver la farmacia, un nuevo estilo de “gerenciar” el sector independiente, con la misma mirada sanitarista pero acorde a las necesidades que plantea el mundo moderno.
La farmacia cambia a la par de estos tiempos modernos. La profesión farmacéutica también. Por eso el colegio debe hacerlo a la par. Para mejorar la capacitación, para ser el soporte técnico, la contención gremial y hasta la garantía económica para que miles de farmacias mejoren cada día. Trabajar en la consolidación de nuestra red es dotarla de una capacidad de servicios que hoy no tiene, es trabajar en la esencia misma de la oficina de farmacia; ampliándole la perspectiva y el universo de su justificación como ente de salud y de bienestar.
Néstor CaprovDesde hace un tiempo, venimos viendo desde este espacio que si queremos tener la mirada hacia el futuro, debemos modernizar nuestra herramienta gremial: el Colegio Profesional de la provincia de Buenos Aires. La complejidad de la profesión farmacéutica se acentúa cada día, y no vemos que esto tenga un correlato en el Colegio de Farmacéuticos que nos debe representar. Todos los días nuevos aspectos de la tarea nos obligan a capacitarnos, informarnos, movernos a un ritmo que no se trasluce en la estructura que debería sostener nuestro esfuerzo. Es decir, las organizaciones deben acompañar estos cambios, modernizarse, para mantener su función contenedora.
Los farmacéuticos bonaerenses necesitamos un Colegio moderno, acorde a los nuevos aspectos que afrontamos cada día. Herboristería, dermocosmética, Atención Farmacéutica, nuevos mercados, convenios privados, seguridad social, etc. La lista es larga de los aspectos que con dinámica propia cambian y ponen desafíos al trabajo diario. Que importante sería que el Colegio Bonaerense tuviera, por ejemplo, departamentos dedicados a estas cuestiones, que sea una fuente de asesoramiento para la farmacia, que así no debe ir, para decirlo de alguna manera, “tanteando” las cosas.
Si el Colegio tuviera, por ejemplo, un departamento de herboristería, podría tener asesores que conozcan el sector como corresponde, dándole un mapa a los farmacéuticos sobre los principales proveedores, clasificarlos por especialidad, capacitando y aconsejando a quienes quieren profundizar su influencia en este sector. Una forma de avanzar junto a los cambios que el mercado y la sociedad realizan. En Atención Farmacéutica pasa lo mismo. Además de capacitación –tan necesaria y valiosa –el farmacéutico necesita otras herramientas para avanzar en una mejor contención de las necesidades, propias y ajenas. En este sector se necesita, para nombrar un caso, nuevo elementos informáticos, que faciliten el manejo de la administración de la farmacia, una tarea que demanda horas y horas todos los días y que podrían solucionarse con un mejor manejo de la informática.
Estas falencias en la estructura gremial le quitan tiempo y capacidad al farmacéutico, que cada día debe profesionalizarse más para mantener la excelencia sanitaria por sobre estas cadenas que pululan en Capital Federal y en varias zonas del país, con su estilo de atención de “choripán al paso”. Allí reina el discurso de la atención “drugstore”, lejos del espíritu sanitarista de la red independiente, donde cada persona es un paciente que recibe además de una venta un consejo, un acompañamiento vital para un tratamiento que muchas veces no es efectivo sin esas palabras previas. Para esto, necesitamos una serie de herramientas para hacer de nuestra atención efectiva y generosa, y para esto es imprescindible un colegio acorde a estas necesidades.
Otro ejemplo de la necesidad de adaptar la estructura a los tiempos que corren se puede ver en la comunicación. Cada filial de la provincia aplica su criterio con razón y necesidad, y así, puede llegar a la comunidad y a los colegas, con afiches, volantes, publicaciones. Muchas veces sin una estética ni un eje común para comunicar ni una idea general que eviten el despilfarro de recursos que centralizados serían mucha mas eficientes. Una comunicación unificada permitiría un verdadero seguimiento de nuestra tarea, una especie de “servicio de posventa” que ayudaría a mejorar en nexo con la comunidad, y hasta evitaría –porque no –que mucha gente se vaya de la farmacias como lugar natural para los medicamentos, tentada por malas comunicaciones que tanto rondan en los medios.
Pero no sólo el Colegio debe modernizarse hacia adentro de la estructura. Los desafíos hacia fuera obligan a generar los anticuerpos para evitar la fragmentación y dispersión, que terminan siendo el caldo de cultivo ideal para la aparición de males como la venta ilegal, las grandes cadenas o la destrucción de la ley de farmacias. Influenciados por el efecto prostibulario de Capital Federal, las farmacias debemos afrontar desafíos constantes en materia de seguridad social, de servicios y atención. Para eso, el Colegio debe atender todas las necesidades, transformarse para lograr adaptarse a las necesidades actuales. La capacidad de la red de farmacias independientes está demostrada, en grandes odiseas como la reconstrucción pos crisis del 2001 como en cuestiones más caseras, como la vuelta a la vacunación antigripal en PAMI. Es hora de que ampliemos está oferta de servicios a través de una organización moderna y una estructura acorde a los días que corren.
Porque esta estructura nos permitirá pelear con mayor fuerza lo que, admitámoslo, separado no podremos lograr. Una cadena exitosa es eso: lograr lo que sus eslabones, por separado no consiguieron. Y para eso es necesario un diagnóstico eficaz y una moderna mirada del presente. Los departamentos nuevos de los que hablamos, en los cuales no debe estar ausente uno dedicado a la formulación magistral, que vive un renacer importante en todo el mundo, y uno de gestión de cobranza de las prestaciones a la seguridad social, porque el recupero de los montos que financiamos se hacen cada vez más complejos y si no se está al día no se puede crecer –son en definitiva una nueva forma de ver la farmacia, un nuevo estilo de “gerenciar” el sector independiente, con la misma mirada sanitarista pero acorde a las necesidades que plantea el mundo moderno.
La farmacia cambia a la par de estos tiempos modernos. La profesión farmacéutica también. Por eso el colegio debe hacerlo a la par. Para mejorar la capacitación, para ser el soporte técnico, la contención gremial y hasta la garantía económica para que miles de farmacias mejoren cada día. Trabajar en la consolidación de nuestra red es dotarla de una capacidad de servicios que hoy no tiene, es trabajar en la esencia misma de la oficina de farmacia; ampliándole la perspectiva y el universo de su justificación como ente de salud y de bienestar.
Néstor Caprov
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