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os argumentos que exponen ante los legisladores son sencillos y muchas veces escuchados. Dicen que no basta como argumento a favor de estas franquicias (y en especial de una, Farmacity) la inversión que hacen para la ciudad. Ya casi todos saben que el desembarco no requiere de grandes capitales, sólo el alquiler de un suntuoso local. Con la mano de la industria, las primeras compras son financiadas a largo plazo, haciendo flujo de caja con ese “pedal” financiero que le da los laboratorios al “gran jugador”. Conocemos bien esta movida de los colegas capitalinos. Que va más allá de la estructura de su propio Colegio Profesional. A veces van solos, a veces son dos. Otras ocho y se les suman colegas diariamente. Pero se mueven, van “de a pié”, y buscan una solución en los despachos de los representantes del pueblo.
Están preocupados. Porque como a nosotros nos consta también, Farmacity está anunciada como la gran noticia comercial en el ámbito de la farmacia de la provincia de Buenos Aires para el 2010. La forma de su expansión no está clara. Si será por las Sociedades Anónimas, o por las franquicias. Aunque nos aventuramos a decir – pronóstico cojonudo si los hay - que no será por la segunda chance, porque eso implicaría una reestructuración de su negocio, y la firma no da señales de ir por ese lado. Será entonces por la primera vía. Pero los colegas porteños, como nosotros, saben que será. Y se mueven para tratar de evitarlo.
Esta movida trae al recuerdo de los bonaerenses de un proyecto de reforma de nuestra ley 10.606 que regula el sector. Presentada por el senador provincial Roberto Fernández, la misma busca cambiar el artículo 3º de la normativa, para limitar el número de locales bajo el mismo dueño, sean franquicias o similares, a tres. La reforma ya obtuvo el visto bueno de la comisión de Salud, y estaría próxima a pasar a su tratamiento en el recinto. El proyecto asume vital importancia en tiempos que los rumores aseguran que, como en Capital federal, en 2010, Farmacity buscará el postergado desembarco en tierras bonaerenses, una idea que pone en alerta al sector.
La reforma de Fernández aparenta ser una medida a favor del sentido sanitario de la ley actual de farmacias, porque de alguna manera la explotación comercial de quienes entienden el medicamento como una mercancía más e ingresan al sector con esa mirada mercantil queda limitada. La farmacia no sólo vende medicamentos, sino que además entrega información, trabaja día a día sobre atención primaria para la salud. No es necesario que lo digamos otra vez. Que enumeremos los principios sanitarios de cada mostrador. Los sabemos. Pero ahora, ante este nuevo desafío, queremos preguntar si realmente esta reforma protege la ley sanitaria 10.606 que rige hoy.
Tratemos de contestarnos. Hoy en día, gremialmente, no importa donde se ejerza la profesión farmacéutica, o las ideas políticas que se promulguen, hay una unanimidad de que la ley sanitaria de farmacias 10.606 no se debe tocar. No debemos adoptar el ejemplo nefasto de Capital Federal, donde desapareció lisa y llanamente la farmacia independiente, pequeña o mediana, a manos del gran concentrador Farmacity. La reforma cambiará el artículo 3 de la ley, por lo que de aprobarse, para poder instalar una farmacia se tendrá en cuenta, además de la distancia y la cantidad de habitantes, la propiedad de la misma, es decir, que en más de tres establecimientos no podrá haber la misma marca.
Para quienes quieren un futuro franquiciado en el sector, esta reforma los limita claramente. Porque la política de estos pulpos es poder poner cada vez, más locales con su marca. No crecer día a día en este mercado es morir. Así de simple. Y estos grupos concentrados que manejan este axioma a la perfección, van a tratar de evitarlo por cualquier medio.
Un peligro de esta reforma es que deja un precedente, que abre y cierra una norma que pensamos no debe tocarse nunca. Sabemos la responsabilidad que implica decir –y defender –esto. Porque no se puede prohibir la explotación comercial de ningún tipo. Para ser claros: no estamos en desacuerdo con que alguien “se franquicie” si así lo quiere, es mas de antemano le deseamos mucha suerte; en tanto que todos somos libres y soberanos en las decisiones comerciales que tomamos, pero las limitaciones que farmacia y farmacéutico sean una unidad deben ser tajantes. Una farmacia por cada farmacéutico. Porque ambos factores son indivisibles. No podemos entender que una farmacia se llame igual en cinco lugares, porque esto es lo que desarma, desarticula, a futuro, una ley sanitaria de farmacias. Lo que a su vez termina por sepultar la noción de que en cada local hay un profesional preocupado por la salud del paciente, convirtiendo el mostrador en una posta sanitaria de atención. Incluso en el caso donde el farmacéutico no es el dueño, pero si su responsable absoluto de las cuestiones técnicas.
Abrir la ley, ligeramente, es un riesgo. Porque si bien una mirada a favor de la reforma asegura que de aprobarse nos acerca un poco más a una ley sanitaria integral, también es cierto que dejamos un precedente abierto que con el tiempo, en la reglamentación, puede traer una sorpresa. Una desgraciada sorpresa. Porque se puede interpretar que la limitación es por localidad, y entonces en Lanús, por ejemplo, donde hay ocho localidades, nos da pié a 24 farmacias de la misma marca en el partido. Acá, el espacio para la interpretación (antojadiza) puede ser fatal para el futuro del sector.
En la actualidad, ya existen varias farmacias que se llaman igual, sin una regulación específica al respecto. Pero empezar a pensar en una norma que prohíba una denominación repetida despojando a la unidad Farmacia-farmacéutico es lo que venimos humildemente a plantear en estas líneas, querido lector. Cuando una persona elige una farmacia, lo hace a partir de una muy variada combinación de factores. No sólo influye la marca. Lo que uno pretende desde el punto de vista sanitario, es que se elija por la calidad del servicio que se despliega, y por la capacidad de articulación del farmacéutico con el público. La marca debería estar subordinada a lo que la ley manda: la farmacia para el farmacéutico. Esto es innegociable. La propiedad de la farmacia debe ser del farmacéutico y emparentada a su nombre y apellido y a su matrícula profesional. Sino, se esta hablando de cualquier cosa menos de una ley que respete el manejo responsable del medicamento. Me gustaría preguntarle a usted que esta leyendo, sí la presencia del profesional en todos los locales Farmacity esta verificada, sí es un hecho.
La reforma que impulsa el diputado de Tres Arroyos, nos consta, que nace de las mejores intenciones, busca evitar que pase con la farmacia lo que pasó con los locales independientes frente a los shoppings e hipermercados. Es un buen augurio, pero guarda, precaución, que en la reglamentación, con tanto en juego, haya chances de generar un “efecto rebote” indeseable.
La unión de todo el sector farmacéutico –colegios, cámaras, gremios –hace que hoy tengamos una ley nacional acorde a un país serio, ratificando las normas regionales que van por ese sentido. Juntos lo logramos. Debemos parecernos nuevamente a nosotros mismos, estar a al altura de la hora, para alcanzar un logro común como el de la flamante ley. Estar a la altura de este desafío que se nos presenta: la invasión sin cuartel de Farmacity. Con el precedente importantísimo de escuchar a senadores defender banderas que nos son propias. Farmacias como referentes sanitarios, y no un cambalache de productos que nos alejan de nuestra propia esencia. Llamamos a toda la dirigencia a cumplir la ley por la que trabajamos, y evitemos el “gondoleo”. Y que nuestro faro, nuestra guía en el camino, sea la ley 10.606 de la Provincia de Buenos Aires, sin duda una de las mejores leyes sanitarias de farmacias de la Argentina.
Néstor Caprov
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