Dirección General
Farm. Néstor Adrián Caprov
NOTICIA DE Archivo                        HACE 8 años1

La hora de los consensos y el objetivo común.

#Editorial

barrer la indigencia y disminuir la pobreza”. Así, el ex guerrillero, el militante de la izquierda revolucionaria, deja atrás una vieja consigna, aquel grito generacional de “tomar el cielo por asalto”, para asumir una tarea mucho más mundana pero concreta. Más allá de las historias, de la militancia, su gobierno nace para eso, para lograr un objetivo común.

E
s interesante ver como esta forma se da poco en el sector sanitario. Se observa, acaso sólo como principio retórico, que pocas veces alguien llama a la participación a personas a partir de una idea común, aunque sea para polemizarla, discutirla, incluso reformarla, si no traen la misma matriz de pensamiento. Si no son “del palo”. Es extraño, porque grupos de diferentes origen (¿hay un ejemplo mas contundente que el Frente Amplio uruguayo?) pueden, llegado el caso, conseguir ejemplos de participación y efectiva realización de proyectos.
El sector farmacéutico no es la excepción del diagnóstico. Lo que vemos es que en la Argentina de hoy, aunque uno este en las antípodas de las ideas del otro, en la práctica no se pueden reproducir ni 40, ni 10 ni tan sólo un par de formas de hacer que una idea se haga realidad. En nuestro campo puede haber 200 interpretaciones sobre cómo ejercer la profesión, pero no hay 200 ideologías. No las hay. Esta el farmacéutico y la farmacia como actores, la propiedad de la farmacia, la incumbencia profesional, la interacción con otros sectores, el rol dentro del sistema de salud pública, esta eso y mucho más, pero no hay tantas formas de pensar esa realidad.
Pequeño acto de pedantería, citaremos dos ejemplos minúsculos de esta idea, propios, cercanos, de cómo dejando de lado esas diferencias se puede construir un objetivo concreto. El primero ya se concreto. El año pasado, el Colegio de Farmacéuticos de Lanús, con el Colegio Médico distrito 2 del conurbano, los hospitales públicos de la región, creó (con una gran éxito de participación) el post-grado en Farmacología Clínica y Social, dado por los médicos de los hospitales, por farmacólogos de la Universidad de Buenos Aires y La Plata, y al que concurrieron un promedio activo (en un año y medio de desarrollo) no menos de 70 profesionales farmacéuticos y médicos.
Para que esto fuera posible, se necesitó que un grupo de personas se plantee la idea, se contactara con las instituciones con experiencia en el tema y se haya preparado toda una estructura y una organización para que el profesional se sienta a gusto, y se encuentre con una temática interesente. En este caso, no sólo la farmacología como hecho abstracto, sino una volcada a la problemática social del gran Buenos Aires.
El otro ejemplo, es una apuesta a futuro. Junto con el ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, con el hospital Oncológico de Lanús, con el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, Colegio Médico distrito 2 (a esta altura viejo compinche de estas andanzas), con FEMEBA, la Fundación del Banco Provincia, con entidades reconocidas en materia de tratamientos oncológicos a nivel nacional e internacional, con bancos privados, y otras entidades sociales y comerciales, el Colegio de Lanús está preparando una jornada para los vecinos del distrito y alrededores donde se toque un tema tan delicado y difícil de abordar como el tema cáncer, que se llevará a cabo a fines de abril en la sede de la entidad.
La esencia de la idea es la misma. Varios profesionales de la salud, varias entidades y una idea en común: servirle a la sociedad en educación para la salud, mostrarle a la gente que esos profesionales formados en las universidades del Estado le devuelven parte de este esfuerzo hechos por todos para formarlos. Todo con una acción directa como una campaña de educación sanitaria, la mejor manera de trabajar en la salud, una idea que repetimos desde siempre. Ya lo decía el gran sanitarista argentino Ramón Carrillo: “nuestra función es evitar que el ciudadano entre al hospital, no cómo hacemos para curarlo”. Hay que contenerlo antes que entre, él que se enferma debe ser atendido de la mejor manera, pero la mayor apuesta debe estar en la profilaxis.
“Pinta tu aldea y pintaras el mundo”, dijo el escritor ruso León Tolstoi. Estos ejemplos sirven en parte para eso, para entender que no importan la procedencia de la profesión de la que uno venga, incluso no importan la visión sobre el campo sanitario que uno tenga, cuando hay buena voluntad de hacer las cosas hay una sola realidad, una sola práctica basada en el bien común. Incluso dentro de una misma profesión, con las distintas ideas que se pueden manejar, las mejores alianzas, las que dan más resultados, son aquellas que nos unen bajo un objetivo común, cuando se trabaja con un par a la par. Allí es donde se amasan esas ideas que uno carga de siempre, ahí surge la síntesis de varias ideas puestas en marcha. Sin retórica, con hechos. Porque citamos dos, pero tenemos más, muchos más ejemplos.
Esta, parece, ser una linda idea, una interesante contracara a los que vemos –en política y por qué no en la profesión –en estos días: conversaciones de sordos, donde cada uno escucha lo suyo, no repara en lo que dice el otro, donde las alternativas son avanzar y avasallar al de en frente o directamente ignorarlo. Sin lugar para esa síntesis de la que hablamos antes. Porque las ideas fundamentan la acción, para quien escribe estas líneas está convencido que una vez que esas ideas de amasan, se hacen cuerpo, no hay tantas ideologías (entendidas como formas de ver las cosas) a la hora de afrontar un objetivo concreto. Y este convencimiento no nace de un pragmatismo a lo Fukuyama (aquel del Fin de la Historia) sino de la fuerza de los ejemplos antes dados. De la práctica que da caminar cada día con los problemas comunes que nos perforan sin distinción del color de la cara de cada quien.
Roberto Arlt pensaba que “el futuro es nuestro por prepotencia de trabajo”. En virtud de esa prepotencia del trabajo, en la base misma donde los actores se enfrentan a la cruel realidad, estaría bien pensar cómo hacemos para “parar la pelota” para plantearnos en la profesión farmacéutica, que tiene un año de amenazas importantes y trascendentales, una nueva mirada sobre el otro, que incluya a una generación que por cuestiones que no vienen al caso fue aceptando como naturales las divisiones que nos separan, que nos convierten en islas indiferentes y vulnerables.
Escalamos ejemplos cotidianos, hacia adentro y hacia fuera de la profesión. Si en el pago chico de Lanús pudimos interactuar con el municipio, ahora con la Provincia, con la Nación; porque no podemos hacia adentro de la profesión, plantearnos objetivos mínimos y marchar hacia ellos, no importa el origen. De esta manera y en este momento. Con la cantidad de cosas que se preparan a ser noticias en este 2010 para las farmacias argentinas, deberíamos hacer el gran esfuerzo de convocarnos y dejarnos definitivamente de joder con los temas menores.
Néstor Caprov
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