A
l principio, podemos decir algo que ya repetimos: el mercado a la chilena, esto es, la presencia dominante de cadeneras, de sociedades anónimas sui generis, la concentración en pocas manos del mercado que hace desaparecer a la botica mediana y chica, aunque no esté formalmente establecido ya es un hecho. Lo único que falta para esto es la media sanción del Senado provincial de Buenos Aires, que habilitaría las “franquicias sindicales” a poner una farmacia al lado de otra. Es más, si un sindicato hoy quiere poner un local, aunque este no respete el espíritu o la letra fría de la ley vigente, lo puede hacer. Hay ejemplos. Hay ciudades que lo viven esto en carne propia. Ya ni la propia Ley es suficiente para evitarlo. La norma como guía de sugerencias a gusto del que “la tenga más larga” es la gran concepción latina ,no solo en las cuestiones sanitarias; pasa en casi todos los órdenes.
La provincia de Buenos Aires tiene un método inusual en materia de regulación de sueldos. El Colegio Profesional regula el sueldo de los farmacéuticos que trabajan en farmacias sindicales, pero no puede regular los salarios de los profesionales que se desempeñan en las farmacias privadas. Lo hace el Estado, que ni siquiera paga esos sueldos. Una cargada. No se ría, porque es cierto. Los salarios atrasados y las condiciones laborales arman una situación escandalosa, un atropello que incluye salarios pagos, menores a lo que figuran en el recibo (muchos de estos hechos están en la justicia, comprobados con documentación fehaciente). Incluso muchos profesionales tiene condiciones laborales que los engloban en la categoría de “relación de dependencia”, pero siguen escondidos en las famosas sociedades en comandita, que los obligan a facturar, presentar libros de IVA compras e IVA ventas, tener las responsabilidades máximas (penales y económicas) que la de cualquier socio propietario.
Esto forma una mezcla explosiva. Salarios bajos, responsabilidades máximas. Con el agravante de los sueldos en negro. Cuestión que, además de mantener en situación de humillación a muchos colegas (habría que analizar, en otro ámbito, porqué los profesionales permiten esta situación, en un mercado que tiene movilidad laboral y casi pleno empleo en el rubro), le da a la profesión saldo negativo en materia de modelo sanitario. Es decir, cómo no pueden abrir sus propios locales (incluso por imposición de la ley) entran en colisión directa con los intereses de la propia profesión.
Tratemos de ponerlo más claro si podemos: Sin posibilidad de abrir una nueva farmacia por las regulaciones sanitarias , aceptando las condiciones indignas de contratación, terminan generando una válvula de presión para todos los farmacéuticos propietarios de farmacias pequeñas y medianas , transformando esta actitud sin quererlo en el detonante de un conflicto que puede explotar hacia adentro. Farmacéuticos contra farmacéuticos para abrir la ley, desregular, ayudar a Farmacity a otros vivos que solo les importa un mercado para ellos solos y de ahí controlar la venta de medicamentos, incluso volviendo a vender papas fritas y pelotitas de tenis en la farmacia como en la década del 90. Una “cabronada”. Una doble mortal hacia atrás usándonos a los profesionales de idiotas útiles.
Así están las cosas en el panorama farmacéutico. Entre un mercado que se hiperconcentra y un marco legal que no protege a los más débiles. Incluso con iniciativas que quienes bregamos por el modelo sanitarista de farmacias, venimos reclamando, como la reforma que plantea que no debería existir más de dos o tres farmacias con el mismo nombre o la misma “escudería”, signo o logo. Frente a esto, las condiciones de las farmacias chicas y medianas están ante una ecuación que no pueden enfrentar. Altas bonificaciones obligatorias por parte de varias prepagas (como Doctos, Osde, Medicus, etc.), baja rentabilidad y alta carga administrativa (producto de los cada vez más complejos sistemas de validación) son una cuenta que da claramente negativa al mostrador chico a la hora de dispensar medicamentos. De hecho, ya son muchas las que no están atendiendo a este sector prepago en las grandes ciudades y solo, los afiliados se abastecen en las farmacias poderosas, favoreciendo el círculo vicioso.
Ni siquiera la promesa de que la atención del PAMI de los jubilados, que iba a adelantar la nota de crédito NAF a una semana o 15 días, y pagar el coste del 70% de los medicamentos casi de inmediato, se está cumpliendo. Así, el paso de los programas ambulatorios con descuentos de 40, 60 u 80 por ciento al afiliado a la cobertura total 100% se está haciendo con financiación y dinero de las farmacias. Y la Industria del medicamento sigue jugando de cómplice de los cadeneros de “megasfarmacias” sin que nadie se le pueda parar y decir: Muchachos déjense de joder, esto así no va por buen camino. No va a terminar nada bien.
Estos son los cuatro ejes cardinales por donde está pasando la profesión. Mientras tanto lo que se nota es que las instituciones están más o menos ordenadas, con sus balances al día, sin noticias que vayan a sobresaltar de alegría la vida diaria en la farmacia. Pero el proceso de corrosión sigue. El mismo que venimos denunciando hace tiempo. Porque el mercado está corroído, cambiando para siempre, poniendo en peligro de extinción a la farmacia chica, pauperizando las condiciones laborales de los profesionales en relación de dependencia. Necesitamos una profesión que se repiense, un proyecto que vea estos problemas que soportan los profesionales y las farmacias y se pueda elaborar un plan maestro para lograr seguir existiendo.
No sabemos si estas líneas llegan tarde o temprano, si la tendencia es irreversible o si estamos a tiempo de cambiar. No sabemos si hay ánimo de encarar un proyecto colectivo común o seguirá primando la mirada onanista habitual, esperando que otro mundial, copa Davis, olimpiada o evento mediático nos alejen de la cruda realidad. Lo que si sabemos es que estas líneas deberían ser tomadas como un llamado a un proyecto de profesión para todos, con planteos de problemas y soluciones que podamos debatir (algo ya olvidado entre nosotros) convocando a todos. A los que le pegan como Forlán o a los que atajan como el arquero de Inglaterra. A todos. Y si no lo logramos, si no nos ponemos “el equipo al hombro”, el resultado está cantado. Sin estrategia, sin analizar cómo juega el rival y cómo ser mejor. La misma película se repetirá para los argentinos. Y no hará falta ningún pulpo Paul para adivinar que habrá que hacer las valijas y mudar de profesión.
Néstor Caprov