Dirección General
Farm. Néstor Adrián Caprov
NOTICIA DE Archivo                        HACE 8 años1

Tomo lo que me dan, y sigo reclamando

#Editorial

Los representantes de las Farmacias firmaron con la industria farmacéutica un acuerdo para bajar los descuentos en la bonificación PAMI a farmacias chicas de todo el país, desalentando la concentración en los grandes capitales. Una medida inicial correcta, un camino que debemos desandar todos juntos.

D
esde hace unos años, la foto del mercado farmacéutico en la Argentina es clara: el avance de Farmacity y otras cadeneras de importancia están “copando” cada vez más espacio, incorporando grandes capitales trasnacionales a un sector que se jacta de hacer desaparecer una farmacia de barrio todos los días. Hasta ahora, y por cualquier medio, las farmacias independientes son arrinconadas por estos pulpos al punto de dejarlas fuera de competencia. Este acuerdo les saca una carta de triunfo a las cadenas tipo Farmacity: La seguridad social.
En este panorama, cualquier medida que tienda a corregir esta tendencia es un dato importante. Esta semana, la industria acaba de firmar un acuerdo con las Instituciones que representan a la Farmacia Argentina por el PAMI (obra social más grande de todo América), que busca invertir la carga de la concentración. El mismo tiene el objeto de entregar descuentos que van del uno al tres por ciento a las farmacias chicas (de barrio) que dispensan estos medicamentos (PAMI). El acuerdo favorece a las farmacias que facturaron hasta 180 mil pesos anuales en el 2010 de Precio Público de los Medicamentos (PVP) o 15 mil pesos mensuales de tope (la escala se completa una banda tope 10.000 y una de 5.000). El beneficio alcanza a casi la mitad de las farmacias del país, y en algunas zonas este porcentaje supera ampliamente la mitad. Las farmacias medianas no tendrían cambios en las bonificaciones de PAMI.
Analizando los números fríos, esos pesos que se lleva una farmacia que factura 15mil pesos mensuales no son la salvación ni la panacea. Son una ayuda casi simbólica que tiene una clara intención: invertir la carga de la concentración, es decir, sacarle a los que más tienen para entregar a los que menos participación en volumen atienden. Pero no porque la industria se haya convertido en “Robin Hood” ni mucho menos, sino porque es una medida que conviene a todos. Acá hay una actitud y un objetivo claro: en principio limitar las asimetrías de mercado , o por lo menos, que no se siga incrementando limitando el ingreso a los capitales de fuerte lobby a un mercado tan apetecido por algunos grupos económicos trasnacionales como lo es el PAMI y las prepagas.
Esos puntos que la industria entregará a las farmacias, sacándoselo a las grandes cadenas, no significan un beneficio a corto plazo, un beneficio inmediato que pueda resolver por el problema de la concentración. Pero a largo plazo, a los mostradores “calientes”, los más concentrados de cadeneras conocidas; les aumenta el costo , una buena noticia para los más chicos. Limita su ingreso al “negocio” de la seguridad social.
Por ese lado llega el gran beneficio de este plan. Salvo lo que sucede en grandes centros como el conurbano bonaerense, la gran mayoría de las provincias tienen más farmacias beneficiadas que aquellas que no entran en este nuevo descuento, con picos que superan el 70 por ciento como sucede en la provincia de Salta. De esta forma, la seguridad social queda en manos de las farmacias independientes, su atención es entregada a los sectores sanitaristas, y los grandes capitales si bien se mantienen expectantes tienen nuevas trabas para seguir expandiendo su influencia. La idea es desconcentrar, desestimular a las obras sociales y a las prepagas para que se incorporen a los grandes concentradores. Hacer que paulatinamente se vayan “desestimulando” a que estos servicios no le convengan a las grandes cadenas, aumentando los costos para hacer más pareja la competencia por la supervivencia.
Además, la estrategia de Farmacity en suelo bonaerense (el mercado más grande de Argentina) es clara: amparado en el polémico fallo de la Corte Suprema de Justicia, que permitió a la diócesis de San Martín poner en marcha una “cripto farmacia” –una medida dividida que se sigue discutiendo –quiere incorporar la figura de las sociedades anónimas en la propiedad de las farmacias. Hasta ahora, solo un farmacéutico como dueño o en un conjunto con un socio no farmacéutico pueden ser dueños de un mostrador.
Es evidente que toda política que ayude a desconcentrar el mercado de medicamentos debe ser estimulada. En el caso de los descuentos, la ayuda es doble: por un lado casi la mitad de las farmacias reciben el beneficio directo de los nuevos descuentos, mientras todo el conjunto recibe como beneficio indirecto el aumento de los gastos en los grupos y cadenas farmacéuticas. Es muy saludable que la seguridad social invierta la carga, y busque dar respuesta a los mostradores pequeños que no pueden gozar de ese poder de compra por razones obvias. La industria, esta vez, juega con ellos, y va a ser muy interesante poder medir después, el efecto económico que este acuerdo persigue.
Cuanto más ponemos la lupa en los mercados del interior vemos el grado de concentración que vive el país. En Tucumán, por ejemplo, dos terceras partes están incluidas en el beneficio, lo que habla de muchos mostradores pequeños, que sobreviven como pueden, y un par de farmacias grandes que dominan la escena. Hay tres mercados emparentables en el país: Rosario y el Gran Rosario, Mendoza y el Gran Mendoza, y el Gran Buenos Aires (entendida por el conurbano y Capital Federal).
Esta acción logra un mecanismo de compensación novedoso, un salvavidas en medio de esta tormenta donde el grande se come al chico. En Chile la cadena Ahumada acaba de ser demandada por su posición monopólica, por los daños que genera al resto de los competidores, que si bien son también cadenas no pueden evitar quedar presos de su lógica mercantil. Todavía no están dadas las condiciones para ir por Farmacity, cobrarle por los puestos de trabajo que elimina o los mostradores que cierra. Pero esta medida de contención es un primer paso para que los grandes capitales no se queden no sólo con la venta de medicamentos sino con la atención de la seguridad social. Festejamos cualquier límite a esta voracidad, cualquier medida que tienda a detener el avance de estos pulpos financieros. Debe ser el primer paso. Evitar que la dispensa de medicamentos del PAMI o las obras sociales provinciales y prepagas sean herramientas para dispararle en la cara a las farmacias de barrio, a las farmacias que todos los días hacen sanitarismo y cuidan a los pacientes donde quieran que estén. Es un primer paso que felicitamos.
Si algo nos enseñó Río Negro y su modificación escandalosa de la ley farmacéutica, es que ninguna ley, por más modelo que sea, está inmune de la presión del lobby financiero. Las leyes crujen y es necesario evitar que se sigan avanzando contra ellas. Estos puntos de descuentos no solucionan las asimetrías, pero es una gran señal de empezar a hacer las cosas correctamente, de intervenir la ecuación lógica de pensar el mercado y tratar de corregir las diferencias. Es un paso, pequeño, un avance que ilusiona. Un paso en el sentido correcto. Luego de tantos años de frustraciones, los farmacéuticos no estamos en condiciones de desperdiciar ninguna ilusión. Ni la más pequeña. Tomo lo que me dan, y siempre; sigo reclamando.
Farm. Néstor Caprov
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