E
n el mundo, el mal de Alzheimer es la principal causa de demencia neurodegenerativa, y afecta las condicione de vida que lo padecen, algo que la pandemia empeoró. Es que los especialistas coinciden que la crisis del coronavirus tuvo impactos sin precedentes en todos los ámbitos. La aparición de trastornos en el estado de ánimo se acrecentó por el contexto, lo que se manifestó en mayor ansiedad y depresión, así como el desarrollo de conductas disruptivas como la agitación, la inquietud, excitación psicomotriz y los estados confusionales. En este sentido, es de suma importancia estar atentos a los posibles cambios de conducta en las personas que padecen enfermedad de Alzheimer. Es que tanto los enfermos como sus cuidadores se vieron afectados significativamente por la pandemia de Covid-19. En el marco del Día Mundial del Alzheimer, que se conmemora hoy, este año es particularmente importante concientizar acerca de diversas dificultades que atraviesa esta enfermedad en el contexto de la emergencia sanitaria. Los especialistas instan a tener en cuenta que, en una etapa inicial, la enfermedad de Alzheimer progresa silenciosamente: aunque no haya síntomas se producen en el cerebro cambios patológicos que pasan completamente desapercibidos. Las etapas siguientes avanzan con un severo deterioro cognitivo que incluye síntomas conductuales que muchas veces irrumpen fuertemente en las actividades cotidianas del paciente y la rutina familiar debido a la pérdida progresiva de la independencia funcional.
En el marco del Día Mundial del Alzheimer, que se conmemora hoy, este año es particularmente importante concientizar acerca de diversas dificultades que atraviesa esta enfermedad en el contexto de la emergencia sanitaria
“Los pacientes con Alzheimer tienen una serie de síntomas y características particulares además de la pérdida de memoria”, explicó el jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Austral y docente de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, Norberto Raschella, quien diferenció que existen, a grandes rasgos, tres grupos de síntomas: “los síntomas cognitivos, principalmente caracterizados por los trastornos de memoria de hechos recientes, de orientación, en el lenguaje, entre otros; los síntomas conductuales y de comportamiento, como la incapacidad de adaptarse a su entorno, interpretar la realidad y escasa o nula capacidad de aprendizaje; y los síntomas motrices, más tardíos pero que suelen verse como inquietud con vagabundeo errante y trastornos de la marcha”. Desde el Centro de Neurología Cognitiva (CeNeCo) del Servicio de Neurología del Hospital Británico señalaron que “también es imperativo recomendar que no se descuide el seguimiento y el control de las enfermedades comórbidas, ya que su descompensación afectará negativamente la salud en general; acelerará el deterioro cognitivo y los trastornos de conducta; y aumentará el riesgo de contagio y el desarrollo de formas más severas de infección por Covid”. Como a toda la población, la pandemia obligó a estos pacientes y a sus cuidadores a adaptarse a una nueva realidad, pero con distintas dificultades. “Las mayores complicaciones recayeron en que los enfermos, al tener limitadas sus capacidades de aprendizaje y adaptación, no pueden comprender situaciones simples relacionadas a los nuevos cuidados sanitarios, como la importancia del distanciamiento social, del uso de barbijo, la higiene de manos, entre otros”, agregó. Por este motivo resulta fundamental implementar medidas de psicoeducación, acompañamiento familiar, modificación conductual y estimulación cognitiva en los adultos mayores confinados por razones de seguridad.
En tanto, en cuanto a una cura, un proyecto de medicamento contra la enfermedad de Alzheimer, a partir de una pista aún poco explorada, suscita unas tímidas esperanzas de tratamiento, tras veinte años de escasos avances en este difícil campo. “Estos resultados (...) son particularmente alentadores y representan una novedad desde varios puntos de vista”, explicó a la AFP Andrea Pfeifer, jefa de la empresa emergente AC Immune, que está desarrollando, junto a una filial del gigante farmacéutico suizo Roche, un tratamiento contra la demencia senil. Ambos grupos anunciaron a finales de agosto unos resultados preliminares favorables, pero prosiguen las pruebas para determinar la eficacia del medicamento. Los resultados deben ser aún publicados y examinados de manera independiente. Lo que convierte este anuncio en interesante es el hecho de que la molécula que está siendo utilizada, el semorinemab, ha sido poco explorada para buscar un tratamiento anti-Alzheimer, un campo en el que los fracasos se multiplican desde hace dos décadas. Este anticuerpo monoclonal parece concentrarse en la destrucción de placas formadas por algunas proteínas, conocidas como beta-amiloides, en el cerebro de los pacientes. Al comprimir las neuronas, estas placas son uno de los grandes factores de la enfermedad de Alzheimer. Este tratamiento fue administrado durante cerca de un año a pacientes en un estado relativamente avanzado de la enfermedad. Según ambos laboratorios, el declive de sus capacidades cognitivas, evaluado mediante el mismo tipo de test, disminuyó casi a la mitad, respecto a los que no recibieron el tratamiento.
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